Un pan con sabor a hogar
En la Cocina de Luis nos gusta seguir el ritmo del alma y de las estaciones.
Hay días en que el horno pide algo distinto, algo que huela a hogar.
Así nació esta receta de Pancitos de Tapa Dulce y Marañón, hechos con mantequilla, levadura y ese toque tradicional de la tapa dulce que nos recuerda las meriendas de antes.
No llevan masa madre, aunque también puede hacerse con Masa Madre en vez de levadura, pero sí llevan algo mejor: paciencia, cariño y fe, tres ingredientes que no fallan nunca.
Ingredientes (para 12 pancitos)
- 1/2 taza de leche tibia (120 ml)
- 2 cditas. de levadura instantánea
- 2 cditas. de polvo de hornear
- 160 g de tapa dulce (rallada o derretida con 2–3 cdas de agua caliente)
- 3 huevos (150 g aprox.)
- 4 tazas de harina todo uso (520 g aprox.)
- 1 cdita. de sal (5–6 g)
- 200 g de mantequilla blanda
- 3/4 taza de mezcla de nueces y marañones picados grueso (80–100 g aprox.)
- 1 huevo batido para barnizar
Preparación
- Disolvé la tapa dulce en 2–3 cucharadas de agua caliente hasta formar una miel espesa.
- En un tazón grande o batidora, mezclá la leche tibia con la levadura, la tapa dulce derretida, el polvo de hornear y los huevos.
- Agregá la harina y mezclá hasta integrar. Incorporá la sal.
- Amasá 3–5 minutos. Si la masa está muy blanda, añadí un poquito más de harina.
- Incorporá la mantequilla poco a poco y seguí amasando hasta que la masa quede lisa y suave.
- Añadí las nueces y marañones picados, solo lo justo para distribuirlos.
- Colocá la masa en un bowl aceitado, cubrí y dejá reposar 1 hora o hasta que duplique su tamaño.
- Dividí en 36 bolitas pequeñas y colocá 3 bolitas por molde o en moldes de muffin (te saldrán 12 pancitos).
- Dejá levar 1 hora más, barnizá con huevo batido y, si querés, espolvoreá un poquito de tapa dulce rallada o nueces encima.
- Horneá a 180 °C (350 °F) por 20–25 minutos, hasta que estén dorados y perfumados.
- Enfriá sobre rejilla… si logran llegar fríos antes de que alguien se los coma.
A veces, una receta sencilla nos recuerda que el amor de Dios también se manifiesta en las cosas cotidianas:
en el pan compartido, en el aroma que llena la casa, en el descanso del alma al final del día.
Jesús dijo:
“Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre.”
— Juan 6,35
Que cada pancito nos ayude a recordar eso:
que cuando compartimos, el Señor mismo se hace presente entre nosotros



