noviembre 13, 2025

Pancitos de Tapa Dulce y Marañón

Un pan con sabor a hogar

En la Cocina de Luis nos gusta seguir el ritmo del alma y de las estaciones.

Hay días en que el horno pide algo distinto, algo que huela a hogar.

Así nació esta receta de Pancitos de Tapa Dulce y Marañón, hechos con mantequilla, levadura y ese toque tradicional de la tapa dulce que nos recuerda las meriendas de antes.

No llevan masa madre, aunque también puede hacerse con Masa Madre en vez de levadura, pero sí llevan algo mejor: paciencia, cariño y fe, tres ingredientes que no fallan nunca.



Ingredientes (para 12 pancitos)

  • 1/2 taza de leche tibia (120 ml)
  • 2 cditas. de levadura instantánea
  • 2 cditas. de polvo de hornear
  • 160 g de tapa dulce (rallada o derretida con 2–3 cdas de agua caliente)
  • 3 huevos (150 g aprox.)
  • 4 tazas de harina todo uso (520 g aprox.)
  • 1 cdita. de sal (5–6 g)
  • 200 g de mantequilla blanda
  • 3/4 taza de mezcla de nueces y marañones picados grueso (80–100 g aprox.)
  • 1 huevo batido para barnizar



Preparación

  1. Disolvé la tapa dulce en 2–3 cucharadas de agua caliente hasta formar una miel espesa.
  2. En un tazón grande o batidora, mezclá la leche tibia con la levadura, la tapa dulce derretida, el polvo de hornear y los huevos.
  3. Agregá la harina y mezclá hasta integrar. Incorporá la sal.
  4. Amasá 3–5 minutos. Si la masa está muy blanda, añadí un poquito más de harina.
  5. Incorporá la mantequilla poco a poco y seguí amasando hasta que la masa quede lisa y suave.
  6. Añadí las nueces y marañones picados, solo lo justo para distribuirlos.
  7. Colocá la masa en un bowl aceitado, cubrí y dejá reposar 1 hora o hasta que duplique su tamaño.
  8. Dividí en 36 bolitas pequeñas y colocá 3 bolitas por molde o en moldes de muffin (te saldrán 12 pancitos).
  9. Dejá levar 1 hora más, barnizá con huevo batido y, si querés, espolvoreá un poquito de tapa dulce rallada o nueces encima.
  10. Horneá a 180 °C (350 °F) por 20–25 minutos, hasta que estén dorados y perfumados.
  11. Enfriá sobre rejilla… si logran llegar fríos antes de que alguien se los coma. 

A veces, una receta sencilla nos recuerda que el amor de Dios también se manifiesta en las cosas cotidianas:

en el pan compartido, en el aroma que llena la casa, en el descanso del alma al final del día.


Jesús dijo:

“Yo soy el pan de vida; el que viene a mí no tendrá hambre.”

— Juan 6,35


Que cada pancito nos ayude a recordar eso:

que cuando compartimos, el Señor mismo se hace presente entre nosotros


Camarones salteados con arroz casero

Un plato sencillo, sabroso y hecho con cariño

Hay días en que uno no quiere complicarse, pero sí comer bien.

Tenía un poco de arroz ya preparado y unos camarones frescos… y con apenas unos minutos en la cocina salió este plato lleno de sabor. No hace falta mucho: solo ingredientes sencillos, fuego vivo y ganas de disfrutar algo hecho en casa.

El resultado fue tan bueno que vale la pena compartirlo. Aquí va la receta, tal como la preparé.



Camarones salteados con arroz casero

Ingredientes (1–2 porciones):

  • 10–12 camarones medianos, limpios
  • 1 taza de arroz ya cocido
  • ½ cebolla pequeña picada
  • 1 diente de ajo picado
  • ¼ chile dulce (pimiento) picado
  • 1 cda de aceite
  • Sal y pimienta al gusto
  • (Opcional) un chorrito de salsa inglesa o soya
  • (Opcional) un toque de mantequilla o jugo de limón
  • Cebollino y cilantro fresco picado para terminar

Preparación

  1. Saltea los vegetales:
    En una sartén con un poco de aceite, sofreí la cebolla, el ajo y el chile dulce hasta que doren y suelten su aroma.
  2. Agregá los camarones:
    Condimentalos con sal y pimienta. Cocinalos unos minutos por lado, hasta que estén rosados.
  3. Incorporá el arroz:
    Añadí el arroz cocido y mezclá bien para que tome todo el sabor del salteado. Si te gusta, poné un chorrito de salsa inglesa o soya.
  4. Final y frescura:
    Apagá el fuego, agregá el cebollino y el cilantro fresco. Unas gotas de limón o una pizca de mantequilla realzan todo.


Un plato sencillo, rápido y con ese gusto que solo da cocinar con lo que uno tiene a mano.

Ideal para esos días en que el cuerpo pide algo sabroso y el alma, algo tranquilo.